he oido que Timothy lloraba... ¿está bien? —preguntó Nick.
—Sí, sigue dormido —le dijo Miley, en un hilo de voz.
El cabello de ébano de Nick estaba alborotado, su fuerte mandíbula oscurecida por el nacimiento del vello y sus ojos estaban tan brillantes como siempre. Parecía un sexy bucanero, fuerte y masculino. Miley se sintió incapaz de moverse, como si se hubiera quedado pegada a aquel sitio, y no dejaba de mirarlo, con los labios ligeramente entreabiertos. Si le había resultado imposible dejar de mirarlo cuando estaba vestido, el desafío era aún mayor cuando estaba medio desnudo. Aunque sabía que no debía mirarlo de aquel modo y se sentía muy avergonzada por su propia fascinación, no podía dejar de hacerlo.
Parecía que el corazón le estaba latiendo en la garganta. Nick era magnífico. La dilatada mirada de Miley iba desde sus anchos y suaves hombros, los rizos oscuros que le adornaban liberalmente el torso, pasando por su firme vientre hasta la cinturilla de los bóxer, que ceñían sus esbeltas caderas y parecían desafiar su curiosidad, Miley se detuvo ahí, horrorizada.
Con los ojos más brillantes que nunca. Nick se acercó a ella. Iba descalzo y no hizo ni un solo ruido mientras caminaba. La tranquilidad se había convertido en un silencio eléctrico, vivo con peligrosas vibraciones. Solo entonces se le ocurrió a Miley que su ligero camisón no era la prenda de vestir adecuada para presentarse delante de un macho tan apasionado. Las mejillas le ardían fieramente y, como protección, Miley dobló los brazos y se cubrió el pecho.
—Debemos estar en igualdad de condiciones, cara —susurró él.
Entonces, le agarró suavemente las muñecas y se las apartó. Durante unos minutos, le dedicó una intensa mirada de apreciación.
Miley sintió que el aliento la ahogaba en la garganta. Sabía que estaba contemplándole los senos, que se dibujaban claramente por lo ajustado que le estaba el cuerpo del camisón, y sintió la quemazón de su propia mortificación.
Nick exhaló un profundo y gutural sonido. Entonces, extendió la mano y tiró de ella. La estrechó contra él, colocándole las manos en las caderas para conectar más íntimamente su feminidad con la plenitud de la fuerza de su erección.
—Espero que estés de humor para satisfacer a un hombre muy hambriento, bella mía —gruñó Nick, segundos antes de que tomara la boca de ella entre sus labios con arrolladora pasión.
— ¿Podrías apagar las luces? —susurró, con voz temblorosa.
—No... quiero verte —afirmó Nick.
—¿Verme? —preguntó Miley completamente asombrada por aquel concepto.
—No tienes nada que esconder. No puedes. Y me gusta así. Gozo con el hecho de ver que sientes todo lo que me demuestras...
—¿Sí? —musitó ella.
Enseguida, bajó los ojos. Se sentía presa de una intensa mortificación...
—Mírame... —insistió Nick. Miley cerró los ojos—. Miley... si me deseas, mírame.
Durante un instante, ella se sintió como un juguete que Nick controlaba. Abrió los ojos y vio que él se tumbaba sobre la cama, dominante y masculino, pero absolutamente irresistible. Miró... claro que miró. Se sentía literalmente inmovilizada por el poder de aquellos ojos azules.
Con una profunda risotada de satisfacción. Nick dejó que la punta de la lengua acariciara suavemente los labios de Miley, para luego deslizarse entre ellos, con un erótico movimiento que hizo que el corazón de la joven latiera a toda velocidad. Entonces, se incorporó ligeramente y se despojó de los calzoncillos. En aquel momento, Miley se sonrojó aún más. Nunca antes había visto a un hombre en aquel estado, ni había querido hacerlo, pero allí estaba, con el sexo completamente erguido. Parecía haber más de lo que ella, en su ingenuidad, había esperado.
—¿Qué pasa? —preguntó Nick, al notar algo extraño inmediatamente.
—Nada..
Ya se había resignado ante la perspectiva del dolor, pero se consoló al pensar que, lo que ella había creído que se desarrollaba durante horas, apenas sobrepasaba el minuto.
Nick se cernió sobre ella con la gracia de un depredador. Volvió a juguetear con la boca de la joven, mientras con una mano le acariciaba suavemente un pecho y hacía que su rosada cima se irguiera de nuevo entre sus dedos. Toda la aprensión que ella estaba sintiendo en aquellos momentos desapareció mediante un largo suspiro, mientras las caderas se le levantaban de la cama en un movimiento instintivo más viejo que el propio tiempo...
—Quiero torturarte de placer, bella mía.
Deslizó un dedo entre los labios entreabiertos de Miley. Ella lo lamió instintivamente. Poco a poco, el deseo volvía a despertarse dentro de ella.
—Quiero que me supliques —añadió Nick, frotándose contra ella para que pudiera sentir la dura y potente fuerza de su excitación—. Va a ser una noche muy larga...
Miley se sintió reaccionar ante aquellas palabras de amenaza sensual. Sintió que, de nuevo, se deshacía por dentro, que era esclava de aquella voz, del cálido aroma que emanaba de él y de las seductoras sensaciones que estaba experimentado al notar aquel poderoso cuerpo contra el suyo. Entonces, ella levantó la mano y le tocó una mejilla. Le encantaba tocarlo, sentirlo contra sus dedos. Se sentía totalmente vinculada a él, atrapada por aquellos maravillosos ojos, en trance...
Nick giró la cabeza y atrapó uno de los dedos de la mano de Miley entre sus labios. De repente, ella ya no pudo resistirlo más y apartó el dedo para encontrar aquella seductora boca sólo para sí misma. Hundió los dedos en aquel glorioso cabello oscuro y dejó escapar un gemido mientras Nick le devoraba la boca con ardiente pasión. Anhelaba sentirlo, estaba experimentando un deseo que nunca había sentido antes, deseaba que Nick le diera lo que nunca antes le había interesado...
—Nick, por favor... —gimió.
—Todavía no —le aseguró él, mientras le acariciaba dulcemente los músculos del vientre. Entonces, al notar el fin del trazo de una cicatriz, se detuvo—, ¿Qué es eso?
—Cuando Timmie nació, me hicieron una cesárea.
—No importa. No por eso eres menos hermosa...
Nick siguió con su exploración y dejó que las yemas de sus dedos flirtearan seductoramente con el vello que cubría la dulce feminidad de Miley. Cuando vio que ella, automáticamente, separaba las piernas, no pudo contener una carcajada.
Entonces, localizó el pequeño centro del placer máximo y lentamente, empezó a estimularlo. Aquellas caricias volvieron loca a Miley. El placer explotó dentro de ella a medida que aquella dulce rosa se iba abriendo estirándose... No podía hablar, ni hacer nada que fuera más allá de sentir aquella desesperante necesidad. Cuando parecía estar a punto de alcanzar la cima de unas sensaciones que no había experimentado con anterioridad, Nick se detuvo, negándole lo que ella más deseaba. Cada vez que repetía los mismos gestos, iba un poco más allá, se aferraba a él y estaba a punto de derramar lágrimas de frustración por no poder comprender lo que le estaba ocurriendo a su propio cuerpo.
—Por favor, te deseo ahora...
Nick acarició la henchida humedad que tenía entre las piernas y dejó que un dedo la penetrara una, dos veces hasta que ella gritó más allá del control, sin pudor alguno.
—Estás caliente, húmeda y tensa, amore...
Entonces, le colocó las manos sobre las caderas y le colocó una almohada debajo para levantarla un poco más. Tras unos momentos de espera, Miley se dio cuenta de que él se había estado colocando un preservativo. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Nick se lanzó sobre ella con pasión, inclinándola para que pudiera recibirlo en un ángulo que la sorprendió. La penetró de un solo movimiento, que la volvió loca de placer. Gemía de impaciencia, esperando que él volviera a moverse dentro de ella. Cuando él volvió a repetirlo, sintió una excitación física salvaje y apasionada que no había experimentado jamás.
—Santo Cielo... cómo te deseo...
La intensidad de su propio placer estuvo a punto de volverla loca. Nick se movía sobre ella con una fuerza rítmica que la hacía arder de deseo, gemir y luchar por conseguir aire. No parecía poder experimentar nada más que los poderosos movimientos de Nick dentro de su delicada feminidad y el modo en que le latía el corazón por el gozo que le producía aquella posesión. Poco a poco, Nick fue enviándola hasta la cima del éxtasis. Sintió un clímax tan fuerte que le pareció que se había roto en un millón de pedazos.
Nick contempló el placer que ella llevaba escrito en el rostro y sonrió.
—Nunca había sabido... —musitó ella—. No sabía que... pudiera sentir de ese modo...
—Una y otra vez, bella mía —susurró Nick. Entonces, la hizo tumbarse sobre el vientre, antes de que ella pudiera comprender lo que tenía la intención de hacer—. Déjame demostrártelo.
—Nick...
Se sentía completamente asombrada al ver que él hacía que se colocara de rodillas. Volvió a penetrarla de nuevo. Miley estaba tan erotizada por las sensaciones corporales que había experimentado antes y por la sorpresa ante aquella nueva postura, que dejó escapar un grito de asombro.
—¿Te hago daño?
—No...
Miley cerró los ojos, tratando de convencerse de que no estaba haciendo aquello. Sin embargo, no podía creer el placer que volvió a surgir dentro de ella. A los pocos segundos, se sintió de nuevo lista para empezar. Ya no le importaba ni la preocupaba nada. Era una criatura esclavizada por las sensaciones. La excitación la tenía prisionera en una celda que Nick controlaba tan completamente que ella no era capaz de reaccionar ni de pensar. La segunda vez que el gozo se abrió camino a través de ella, no pudo reconocerse a sí misma como la mujer que gemía y ladeaba de aquella manera. La experiencia resultó aún más excitante al sentir que él temblaba encima de ella y oír que lanzaba un grito de placer al alcanzar él mismo su propio clímax.
En aquel momento, Miley se dejó caer sobre el colchón. Nick le dio la vuelta solícitamente y la cubrió con la sábana. Entonces, la acurrucó contra sí. Miley sentía que la piel de él desprendía un olor que ya le resultaba muy familiar y no pudo evitar besarle suavemente el hombro. Gozaba con aquella proximidad física. El silencio no la molestaba. Lo que acababa de compartir con Nick había sido una revelación para ella, tanto que le resultaba imposible reaccionar.
—No tienes mucha experiencia, ¿verdad? —le preguntó Nick. Por primera vez. Miley pareció notar cierta tensión en sus poderosos músculos
—No —susurró, preguntándose si aquella reacción se debería a que la había encontrado poco excitante.
—¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste? —quiso saber él, colocándola frente a frente para poder verle bien el rostro.
—Hace mucho tiempo... —dijo ella.
Se sentía tan vulnerable...
—¿Cuánto tiempo?
—Desde la noche que me quedé embarazada.
—¿Desde la noche en que...?
—Y aquella fue también mi primera vez...
—¿Me estás diciendo que te quedaste embarazada la primera vez que hiciste el amor? —exclamó Nick, atónito.
—Sí. Algunas veces ocurre —musitó ella, incapaz de averiguar que interés podría tener él en un tema como aquel.
Se sentía avergonzada, pero al mismo tiempo, necesitaba que él supiera que no era promiscua.
Con un delicado gesto, Nick le apartó un rizo de la cara. Entonces, ella notó que tenía un cierto temblor en los dedos.
—¿Estás tomando en la actualidad alguna medida para no quedarte embarazada? —inquirió. Sorprendida, Miley negó con la cabeza—. Ya me parecía... Casi eras virgen. No era de extrañar que todo te dejara tan atónita. No tenías ni idea...
—No, yo...
—Y sigues sin tenerla.
—¡Claro que la tengo! —protestó Miley, febrilmente—. Tal vez antes no, pero ahora sí. Pensaba que el sexo era horrible hasta esta noche... ¿qué ha sido lo que he hecho mal?
Nick cerró los ojos. Tenía una expresión de dolor en el rostro. Entonces, se dejó caer sobre los almohadones con un profundo gruñido.
—No has hecho nada mal. Yo lo hice todo. El preservativo se rompió...
Al escuchar aquellas palabras, Miley sintió que el pánico se apoderaba de ella. Comprendía lo que significaba y las consecuencias que aquello podría ocasionarle. Entonces, se quedó pálida como la muerte.
De repente. Nick se levantó de la cama con un ágil movimiento y se dirigió hacia el cuarto de baño.
—Vamos, ahoguemos nuestras penas en la ducha —sugirió, en tono de broma.
—Dentro de un momento.
En el momento en que Nick desapareció de su vista, Miley estuvo a punto de caerse de la cama por la celeridad con la que se movió para abandonarla. Rápidamente se volvió a poner el camisón y se marchó a su habitación, poseída por una mezcla de pánico y vergüenza de los que no quería que nadie fuera testigo.
_________________________________________________________________________________Chica/os: Segunda parte de la maraton y comenten, les pido por que necesito animo :( me siento deprimida al ver los resultados de los ultimos dias en el cole mi curso entero tubo nota roja incluyendome a mi que en toda mi vida habia tenido una nota roja D: depresion al maximo, ademas hoy haciendo la tarea de fisica me sentia tan estupida al no entenderla pero buueh D: hecho de menos los comentarios de mi Anita, donde estas corazon? D: IMissYou!
Varyy
Hola soy nueva seguidora... pero antigua lectora... sobre lo de la escuela... en la primaria yo era de 10... pero en la sec. voy peeeeesimo... y me tengo que recuperar... ya que faltan 2 bimestres y voy para la prepa... y se supone q debo d estar estudiando... y porcierto... acabo de hacer un blog... pasa un rato por el... es NILEY lo acabo de hacer hace dos dias y le estoy haciendo "publicidad" pasa aver si te gusta y si te gusta comenta... y pongo maraton... http://novesdevaleee.blogspot.com/ cdt y porfa pasa... si lees mi coment claro ;)
ResponderEliminarAwwwwwwwwwwwwwwwww zi ioo qreo qe ezte bimeztre zalgo jalada en Mate u.u
ResponderEliminarNo ze qe voii azer
AHHHHHHHHH mi mama me va a matarrrrrrr(literalmente)
hahahhahah Weno iia vere
Eztuvo ermozo el qap!!
Otra vz un embarazo
o.O
Demaziada pazion!!
-.-