Miley estaba tumbada en su cómoda cama, observando atentamente la elegante habitación a la que la habían llevado. Le parecía un sueño, pero no lo era. El pequeño Timmie estaba a pocos metros de ella, en una cuna que le había llevado una enfermera. La amable mujer también le había dado de cenar y le había cambiado de ropa. El niño estaba profundamente dormido, caliente, seguro y bien alimentado. Al pensar aquellas palabras, los ojos de Miley se llenaron de lágrimas, avergonzada de su propia incapacidad como madre. Su hijo se merecía estar caliente y bien alimentado en todo momento.
En aquel momento, se dio cuenta de que la solución a su situación había estado llamando a la puerta durante muchas semanas, pero ella se había negado a enfrentarse a la verdad. Timmie tenía que ser lo primero. Había sido muy egoísta. ¿Qué madre tendría a su hijo en la calle a altas horas de la madrugada? Tenía veinte años y, aunque había dejado de estudiar antes de tiempo, no era tonta. Finalmente estaba aceptando lo inevitable.
—Si entregas al niño en adopción —le había dicho su madre—, podrás volver a casa con nosotros. No consentiré que hagas sufrir más a tu padre, Miley. Hiciste lo que no debías y ahora estás pagando las consecuencias. Si decides quedarte con el niño, solo te esperan penalidades...
A lo largo de aquellos meses, Miley había comprendido la verdad que había en aquellas palabras, a pesar de que en un principio le habían parecido completamente despiadadas. Había sido lo suficientemente estúpida como para creer que Justin haría un hogar para ellos en Londres, que querría a su hijo tanto como ella y que se casaría como le había prometido. Sin embargo, nada de eso había ocurrido.
Timmie viviría mucho mejor si alguien lo adoptaba. Le rompería el corazón, pero era una crueldad quedárselo cuando no podría suministrarle lo que el pequeño se merecía. No le quedaba elección. No podía ganar lo suficiente para hacer que le cuidaran al niño ni para una casa en condiciones. Ni siquiera con el dinero que le daba el Estado le había ido mucho mejor después de que una enfermedad la obligara a dejar su último trabajo. Todo lo que había poseído alguna vez se había transformado en dinero o se lo habían robado. Había llegado el momento de hacer lo más adecuado para Timmie. Así, su hijo tendría dos padres que lo cuidarían y una casa decente. ¿Cómo iba a ponerse en el camino de su hijo cuando ella tenía tan poco que ofrecerle?
En aquel momento, entró de nuevo la enfermera con una amplia sonrisa en los labios.
—El señor Lombardi va a venir a visitarte. ¡Qué suerte tienes!
—¿Quién?
—Nick Lombardi. El hombre que estuvo a punto de atropellarte con su limusina.
—¿Una limusina? ¿Lombardi? ¿No es ese también el nombre de este hospital? —preguntó Miley, algo confusa. No sabía si era una limusina, pero recordó que aquel hombre viajaba con un montón de gente.
—Este hospital forma parte de la Fundación Lombardi. Es una organización benéfica creada por el señor Lombardi. Solo aceptamos a pacientes locales cuando se trata de una emergencia —le explicó la enfermera—. Nuestros enfermos vienen de todos los lugares del mundo para operarse de dolencias que no pueden tratar en sus países de origen. Es la fundación la que cubre los gastos. El señor Lombardi es un filántropo muy famoso. ¿De verdad que no has oído hablar de él?
—No. Tampoco me di cuenta de que fuera una limusina.
—Tal vez tampoco te hayas dado cuenta de los ojos tan hermosos que tiene —prosiguió la enfermera, en tono de broma—. Eso por no mencionar el resto. Nick Lombardi está de muerte y está tan bueno como para comérselo.
Desde el otro lado de la puerta, Nick se detuvo al escuchar aquella retahíla de cumplidos y levantó una ceja con exasperación. Entonces, tras llamar ligeramente a la puerta, entró.
Al ver que entraba, Miley se ruborizó, como si hubiera sido a ella a quien hubieran sorprendido hablando en aquellos términos. Rápidamente, la enfermera salió corriendo de la habitación con la cabeza gacha. Sin embargo, al contemplar al hombre que se acercaba lentamente a los pies de su cama, estuvo completamente de acuerdo con las palabras que tanto la habían avergonzado. No había visto en toda su vida a un hombre más atractivo. Por mucho que se esforzara, no podía dejar de mirarlo.
Las palabras de la enfermera no habían sido una exageración. Alto, fuerte, con un rostro de orgullosos pómulos, estrecha boca y pronunciada mandíbula, aquel hombre era la pura esencia de la masculinidad. Al mirarlo a los ojos, que eran de un azul con gris, como el cielo, no pudo evitar pensar que estaba prácticamente desnuda bajo aquel camisón de hospital.
Aquellos hermosos ojos aparecían flanqueados por unas espesas pestañas. En aquel momento, su mirada parecía estar fija en la boca de Miley. Cuando sus miradas volvieron a cruzarse tras un segundo, ella recibió de nuevo el impacto de aquella intensa mirada y, sin poder evitarlo, se preguntó cómo se sentiría una mujer al sentir aquellos labios tan masculinos sobre los suyos...
—¿Cómo se encuentra? —le preguntó él.
—Bien —susurró Miley, aterrorizada de que él se diera cuenta del efecto que estaba teniendo sobre ella—, pero tengo una ligera conmoción cerebral.
—Lo sé— respondió Nick Lombardi, mientras se acercaba a la cuna del pequeño Timmie. A pesar de que trató de hacerlo con todas sus fuerzas, Miley no pudo apartar la atención de él. Medía más de un metro ochenta, con un físico espectacular—. Timmie parece estar perfectamente.
—Sí... es una cuna muy bonita y muy cómoda —musitó Miley.
—No debería haber estado en la calle a esas horas con Timmie —dijo él, levantando la mirada para fijarla de nuevo sobre ella.
—Yo... lo sé.
Nick sintió que la joven se estaba sonrojando tanto como si fuera una colegiala. Aquella falta de artificio le resultó muy emotiva. Aquellos enormes ojos avellanas eran como ventanas que revelaban la tensión que sentía.
Tenía un cabello sorprendente. En aquellos momentos le caía en hermosos rizos casi hasta la cintura y brillaba bajo la escasa luz como si fuera bronce. Era tan delgada que casi se fundía con la cama. Notó cómo los redondeados pechos se apretaban contra el camisón del hospital, la prominencia de sus pezones, visibles incluso bajo la barrera del algodón. Eran unos bonitos pechos...
Al tener aquellos pensamientos, su cuerpo lo sorprendió con una repentina erección. Ni el cansancio ni las emociones de la noche habían logrado suprimir sus instintos más básicos.
—Voy a ocuparme de Timmie... de verdad —prometió Miley, desesperada porque aquel hombre tuviera mejor concepto de ella—. En cuanto salga de aquí.
—Necesita descansar durante unos días —respondió Nick—. Mañana, vendrá a verla una mujer. Nadie va a organizar nada en contra de su voluntad, pero creo que estará de acuerdo conmigo en que necesita ayuda de un profesional en estos momentos.
Miley sintió que los músculos del vientre se le contraían con una fuerte sensación de alarma, que no pasó desapercibida para Nick.
—Los dos estaréis bien —le aseguró él, mientras se dirigía de nuevo hacia la puerta.
Durante un momento, recordó aquel pensamiento tan alocado que había tenido unos minutos antes de que Miley se cayera delante de su limusina. Ella era, efectivamente, la primera mujer con la que se había encontrado después de abandonar a Selena.
Menos mal que no estaba lo suficientemente loco como para casarse con una completa desconocida. Después de todo, por muy joven que Miley Cyrus fuera, era ya una madre soltera. A pesar de ser un hombre que se enorgullecía de su abierta mentalidad, su educación Griega, tan tradicional, le había imbuido ciertos valores de los que no podía desprenderse fácilmente.
Palida como la muerte, Miley se dejó caer sobre la almohada. Había estado contemplando a Nick Jonas como una quinceañera y se había puesto en evidencia delante de él, algo que no había hecho por ningún hombre, ni siquiera por Justin.
Afortunadamente, un hombre como Nick estaba tan por encima de ella en todos los aspectos que no habría notado lo estúpido de su comportamiento. Además, tenía mucho más de lo que preocuparse que de la impresión que le había causado a un hombre al que, probablemente, no volvería a ver.
Desde la cama, miró a su hijo, con los ojos llenos de lágrimas. Adoraba a Timmie y no podía imaginarse la vida sin él. Sin embargo, al día siguiente iría a verla la mujer de la que le había hablado Nick Jonas. Él le había jurado que no se organizaría nada sin su consentimiento. ¿De verdad creía que era tan estúpida? Había tenido a su hijo en la calle en medio de la noche. No tenía casa a la que ir y el médico le había confirmado que tenía los primeros síntomas de hipotermia. Aquellos hechos eran como piedras contra su propio tejado. La declararían incapaz para cuidar a su hijo y se lo arrebatarían.
Media hora antes, se había estado diciendo que lo mejor era entregar a Timmie en adopción, pero no podía afrontar el futuro sin poder sentir a su hijo entre los brazos. ¿Acaso no podía darse una última oportunidad? ¿Era aquello tan egoísta? Contempló a su hijo mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas. El niño era todo lo que tenía.
Decidió que iría a un albergue para los que no tienen casa, a uno de esos lugares en los que dan consejos sin hacer demasiadas preguntas. Por mucho que le costara, encontraría un lugar en el que vivir, pero si volvía a pasar otra noche al raso, reconocería su derrota y aceptaría que la adopción era la única solución. Aquella fue la promesa que se hizo por el bien de su hijo.
Para ello, tendría que marcharse del hospital antes de que llegara aquella mujer. Sin embargo, todavía faltaban algunas horas y Timmie necesitaba dormir. Ella misma todavía se sentía demasiado débil para andar, por lo que decidió ser sensata y quedarse en la cama todo el tiempo que le fuera posible.
A las ocho de la mañana siguiente, Nick iba de camino a una reunión de negocios y recordó el miedo que había visto reflejado en el rostro de Miley Cyrus.
En una de las repentinas decisiones que desconcertaban a sus empleados, Nick agarró el teléfono para comunicarse con su chófer y le dijo que se dirigiera al hospital en vez de al edificio de Jonas Industries. Sabía que había hecho todo lo que debía, pero decidió que debía haber guardado silencio sobre la visita de la asistente social.
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Chica/os: Espero que les guste aca en Chile son las 7:23 de la mañana, estoy a unos minutos de irme al colegio :B deseenme suerte -.-' tengo la primera prueba en el nuevo colegio de media y estoy algo nerviosa ademas me duele mis ojitos :( por que muy tonta quio lentes de contacto y no normales y me duele... :'(, les subi ahora por que a la tare hago tareas y luego me ducho y me duermo, el coelgio me deja agotada y los lentes de contacto me cansan la vista...no los usaria pero estoy super corta de vista D: .
Yaa me voy faltan 5 minutos para que pase el radio Taxy por mi & Animo para el coelgio, escuchen musica eso anima al corazon,
Las quiere
Varyy
que bueno estuvo el capitulo espero el otro
ResponderEliminarjaja mira q coincidencia?? ya lei la nove!!
ResponderEliminarEs de Nick y tu, o no?? y "Selena" seria Miley, en la otra nove, y la otra chica seria Mandy! jaja buue, gran eleccion, la novela es genial :)
aaah! jaja me fascinooo!
ResponderEliminarya kiiero el siguiente
Vary pliiis! no te tardes jeje :D!
kuidate
bye
me encanto♥♥
ResponderEliminarelproximo pliss
me encanta la nueva nove!!! :D, si te entiendo eso de no tener tiempo, por que to igual aveces me tardo en subir capitulos de mi novela a mi blog, pero hay que hacer todo lo posible por publicar : )
ResponderEliminarhaci que a esperar hasta junio : )
Bye, tienes TODO MI APOYO ^^
Awwwwwwwwwwww
ResponderEliminarPobre Miley!!
Qlaro qon un cuerazo qomo Nick
qien no ze qeda lela!!
Hahahahha
(dezde aora zolo uno pero largo ok! ;D)
Ezqe ez tan lindo!!
Qe mala la mamá de Miley u.u
No me imagino qomo ze zintio
weno zigo qon el proximo qap
^^