jueves, 9 de agosto de 2012

Je Souhaite Cinderella Cap.1



Nicholas Jonas cortó la comunicación telefónica con gesto de preocupación. Con que la salud de Anton fallaba. Ya que su padrino tenía ochenta y dos años, no tendría que resultar una sorpresa, sin embargo...
Se levantó de detrás de su escritorio y cruzó el espacioso despacho en el moderno edificio de cristal y acero que albergaba las oficinas centrales en Londres del Banco Mercantil Jonas, una construcción tan elegante como su dueño.
Pero a Nicholas le daba igual su entorno. Su mente estaba en Anton Dysart, su tutor desde que tenía doce años, un verdadero excéntrico inglés, un solterón que se había dedicado toda su vida al estudio de mariposas raras, y el hombre más adorable del mundo. Mentalmente, Anton y Nicholas eran polos opuestos, como si procedieran de distintos planetas, pero Nicholas lo quería. De repente se dio cuenta de que lo único que Anton le había pedido quedaba aún por hacer y el tiempo no esperaba.
Unos golpes en la puerta precedieron la entrada de su ayudante ejecutivo, Bruce Gregory. Aunque normalmente era el modelo de la eficiencia, Bruce se quedó en el umbral indeciso, sujetando en la mano una hoja de papel con los dedos agarrotados.

-¿Sí? -preguntó Nicholas con impaciencia. El rubio joven carraspeó.
-El chequeo aleatorio de seguridad ha descubierto un empleado con problemas financieros.
-Ya sabes las reglas. Las deudas son motivo de despido inmediato. Tenemos demasiada información confidencial para correr tal riesgo.
En todos los contratos de los empleados figuraba esa cláusula.
Bruce hizo una mueca.
-Esta empleada ocupa un puesto de poca importancia, Nicholas.
-No veo que eso cambie nada -dijo, sin tiempo ni conmiseración para aquellos que rompían las reglas. Nicholas despreciaba la debilidad y la utilizaba sin miramientos cuando la descubría en sus adversarios.
-En realidad... es Miley.
Nicholas se quedó quieto. Bruce se concentró en mirar la pared para no verle la sonrisa de triunfo. Todo el mundo sabía que Miley, un auxiliar administrativo en la última planta, sacaba a Nicholas de sus casillas.

No tenía ni una sola cualidad que no irritase a su frío y sofisticado jefe. En las últimas semanas lo había oído censurar su aspecto desaliñado, su torpeza, su alegre charla, sus constantes colectas para caridades desconocidas, y, había que admitirlo, su nivel de incompetencia en el negocio, que la había convertido en la mascota de la oficina. Nicholas era el único a quien no había afectado la cálida y cariñosa personalidad que la hacían tan querida por todos.
Lo cierto es que si se hubiese presentado a una entrevista nunca habría conseguido el trabajo. No tenía titulación. Fue Anton Dysart quien le pidió a Nicholas que le diese el trabajo. El departamento de personal se había ocupado de ello, pero habían encontrado la tarea un poco difícil, ya que Miley era totalmente incapaz de comprender la tecnología. Había ido pasando de departamento en departamento hasta llegar al último piso, algo que le había encantado a su protector, pero que desgraciadamente la había acercado al radio inmediato de Nicholas.
Nicholas extendió la mano y Bruce le dio el papel con manifiesta reticencia.
Mirando la hoja, Nicholas levantó lentamente una negra ceja. Era evidente que Miley Cyrus llevaba una doble vida. La lista de acreedores incluía una conocida decoradora de interiores y el tipo de gastos que sólo podían corresponder a fiestas con alto consumo de alcohol.

Conque su apariencia inocente era una fachada... Durante un segundo pensó en lo horrorizado que estaría Anton, que la creía una chica decente de costumbres hogareñas.
-Es evidente que ha sido bastante estúpida, pero si la echamos, se hundirá como una piedra-dijo Bruce-. Ella no se ocupa de nada confidencial, Nicholas...
-Tiene acceso.
-Realmente no creo que tenga la suficiente inteligencia como para usar ese tipo de información- dijo Bruce tenso.
Nicholas lo miró.
-¿A ti también te ha engañado, eh?
-¿Engañado? -se dibujó en su cara un gesto de extrañeza.
-Ahora me doy cuenta de por qué siempre parece dormida. Será la resaca.
-Supongo que el señor Dysart se sentirá consternado cuando no la encuentre aquí en su próxima visita -dijo Bruce quemando su último cartucho en defensa de Miley.
-Anton no está bien. Dudo que venga a Londres en un futuro próximo.
-Lamento oírlo -dijo Bruce, estudiando la cara fría en la que no podía leer nada-. Le pasaré la información de Miley a Personal.
-No, me ocuparé de ello personalmente -lo contradijo Nicholas-. Veré a la señorita Cyrus a las cuatro.
-Se sentirá muy mal, Nicholas.
-Me parece que soy capaz de ocuparme de ello -dijo Nicholas, con un tono de voz que hizo a Bruce ruborizarse e irse.

Solo otra vez, Nicholas estudió la lista de acreedores con los ojos entrecerrados. Anton quería mucho a la pequeña Miley. En realidad, en apariencia Miley era el tipo de mujer que su padrino le encantaría que le presentase como la futura señora Jonas, la clase de chica que no intimidaría a un inocente y viejo solterón totalmente al margen de los retos que presentaba la cercanía del nuevo milenio.

Así que ahí estaba. Por fin admitía que había desilusionado a su padrino, Nicholas se dijo con reticencia exasperada. Anton siempre había deseado que Nicholas se casase y tuviese una familia. Y fuesen felices y comiesen perdices, añadió para sí, recordando con ironía a su volátil padre español y aún más volátil madre italiana, que sumaban ente los dos media docena de matrimonios fallidos antes de morir jóvenes e infelices. 

1 comentario:

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