viernes, 10 de agosto de 2012

Je Souhaite Cinderella Cap.4


-Dios mío -levantó Nicholas una ceja-. ¿Tampoco has leído la hoja que te acabo de dar? La diseñadora de interiores, Leticia Zane, está dispuesta a llevarte a juicio, probablemente para desalentar a otros clientes que piensen utilizar sus servicios sin tener la más mínima esperanza de pagar por ellos. Eres una buena elección.
-¿Una buena elección?
-No tienes amigos influyentes que se ofendan y le arruinen el negocio.
-Pero... un juicio... -se le heló la sangre en las venas sin poder creer lo que oía. La decoradora de interiores sabía muy bien que todo el trabajo había sido para Taylor. Miley sólo se había encargado de dar las instrucciones.
-Los delirios de grandeza tienen su precio, como todo lo demás -suspiró Nicholas -No tengo todo el día para esperar que te decidas.
Miley lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
-¡No podría mentirle a Anton, estaría mal! -sollozó.
-Mi compromiso contigo es lo único que lo haría realmente feliz. ¿Qué derecho tienes a juzgarlo malo inmoral? Ni sabrá que es una mentira. Estará encantado. Pretendo dejarte con él unas semanas, suponiendo que él esté suficientemente bien como para que yo me separe de su lado.
-¡No podría! -se dirigió Miley a la puerta, incapaz de ver a través de las lágrimas- ¿Cómo puedes planear algo así?
-Por Anton, haría cualquier cosa. Te llamaré esta noche para recibir tu respuesta. Supongo que para entonces estarás más calmada.
Miley abrió la puerta de golpe y le echó una mirada acusadora.
-¡Vete al infierno!
Sólo cuando cerró la puerta se dio cuenta del grupo de empleados que la miraban boquiabiertos.
-¿Estás bien, Miley? -preguntó Bruce Gregory con amabilidad.
Uno de los directores le pasó el brazo por los hombros de una forma muy paternal.
-Ya te encontraremos un trabajo en otro lado.
-¿Has pensado en dedicarte a la cocina? Eras una cocinera genial -dijo alguien.
-Imagínate. Mandar a Nicholas al infierno.
-Después de eso no permitirá que Personal le dé una buena recomendación.
Todos los empleados de la planta parecían estar allí.
-Intentó chantajearme -murmuró Miley.
-¿Qué dices?
Miley enrojeció y luego palideció ante lo que había estado a punto de revelar, y cerró la boca.
-No me prestéis atención. No sé lo que digo.
-No sé lo que vamos a hacer sin ti -se lamentó alguien.
-Tendrás que sacar los pececillos de la fuente de abajo. A Nicholas -casi le dio un ataque el día que te vio dándoles de comer.
-¡Queda uno sólo, y ni siquiera tengo pecera! -sollozó Miley, porque eso era ya la última gota. ¿Sacar su pececillo de la fuente bajo la ventana de Nicholas Jonas y nunca, nunca más volver? De repente se sintió totalmente a la deriva.
Alguien le vació la mesa. Necesitó tres bolsas para meter en ellas tejido, libros, alimento para peces, y montones de cosas salieron de los abarrotados cajones.
-Te echaremos de menos, Miley. Hemos hecho una colecta entre todos.
Bruce le metió un sobre gordo y grande en el bolso. La mortificó que todos supieran antes que ella que la iban a despedir.
-Te llevo a casa con las bolsas -se ofreció Bruce.
Alguien agarró una jardinera de porcelana y después de bastante trabajo consiguieron pescar al pececillo y meterlo en ella.
-¡Qué cariñosos han sido todos! -le confió Miley a Bruce mientras se subía a su coche en el aparcamiento subterráneo. Sonrió dentro de la jardinera al pececillo que había bautizado Nicholas en secreto, porque se había comido a su compañero.
-Nicholas puede llegar a ser un mal nacido, pero es un genio. No puedes pretender que también sea humano. Trata de no pensar en ello. Vete y hazle la colada a Liam. Eso siempre te levanta el ánimo.
Claro que lo hacía. Sólo que esta noche tenía trabajo de camarera. Pero hacer algo por Liam le daba la sensación de que participaba de su vida de algún modo. A veces, cuando estaba de buen humor y no tenía una cita o comía fuera, Liam le sugería que cocinase y comían juntos. Muy de vez en cuando, cuando esto sucedía, Miley se sentía en el paraíso.
Bruce le llevó las bolsas hasta su pequeño apartamento y se fue, ya que su excelente sueldo conllevaba un montón de horas de trabajo al día.
Miley puso a Nicholas en un cuenco y le dio de comer, luego se fue a casa de una vecina. Los fines de semana le cuidaba los niños, así que de lunes a viernes ella se quedaba con Spike, su perro. En su casa no se permitían animales y ella lo metía de noche cuando todo estaba oscuro.
Mientras Spike comía, Miley se preguntó cómo era que su vida se había enmarañado tanto en tan poco tiempo. El futuro le había parecido tan prometedor cuando se vino a Londres a compartir el amplio apartamento de Taylor... mucho más de lo que se lo había parecido en años.
La madre de Miley había muerto cuando ella tenía cinco años y su padre se había casado con Muriel, una mujer con una hija. Era difícil pensar que Taylor no era su verdadera hermana, ya que desde el principio, Miley la quiso ciegamente. Taylor, que ya era adolescente, una rubia preciosa que había demostrado poco interés por una niña siete años más joven, se había ido de casa a los diecisiete a trabajar como modelo.
El padre de Miley murió de un ataque al corazón y luego Muriel enfermó de una larga dolencia. Miley se dedicó a cuidarla, lo que impidió que estudiase, ya que tuvo que dejar la escuela a los dieciséis años para ocuparse de ella.
Durante los siguientes cuatro años, Taylor mandó dinero con regularidad, si bien sus múltiples compromisos le impidieron ir a visitarla. Al fallecer Muriel hacía un año, Miley se había ido a vivir a la casa de Taylor. Como es lógico, a ésta no le había gustado demasiado, ya que estaba acostumbrada a la soledad, pero pronto había visto la conveniencia de que Miley le cuidara la casa mientras ella viajaba.
Había abierto una cuenta en el banco para que Miley pudiese administrar la casa y en cuanto ésta comenzó a trabajar, también contribuyó con su salario entero. Miley era quien se ocupaba de hacer los pedidos para las extravagantes fiestas de su hermanastra y también ella se encargó de tratar con la decoradora de interiores, asegurándose que hiciera toda la carísima decoración del piso de la forma en que Taylor quería.
Y luego, hacía tres meses, Taylor había cancelado el contrato del piso y se había largado a Los Angeles. Miley se mudó a un apartamento pequeño, pero al poco tiempo comenzaron a llegar las reclamaciones. Descubrió que sus ahorros habían volado de la cuenta bancaria y ésta estaba en números rojos. Pronto comprendió que ella era responsable de las deudas de su hermana cuando el gerente del banco se lo había explicado con paciencia.
Llamó a su hermana inmediatamente. Taylor admitió que estaba sin blanca, pero prometió ayudarla en cuanto pudiese. También le recordó sus cuatro años de generosidad mientras Miley cuidaba de su madre. Miley se sintió realmente culpable, porque esos años habrían resultado intolerables sin la ayuda económica de Taylor.
Pero la siguiente vez que llamó, le habían dicho que Taylor se había mudado sin dejar señas, y desde entonces no había recibido noticias.
La terrible sospecha de que Taylor no tuviese ninguna intención de ponerse en contacto con ella nunca más ni cumplir con sus acreedores comenzó a asaltarla. Se sintió desleal pensando en su hermana de esa forma, Sin embargo, en el fondo de su corazón se enfrentaba a la dura certeza de que Taylor consideraba prioritarias sus propias necesidades.
A Miley la aterrorizaba que la demandaran. Además, le parecía injusto que los pobres acreedores... después de todo, Nicholas Jonas se había ofrecido a pagar las deudas... 

3 comentarios:

  1. no le dejes hay!! bueno ya que :( espero el proximo... y espero y miley si hacepte

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  2. aaaaww no o puedo creer volviste!!!!
    siii soy male una seguidora que ama tus novelas!!!jejeje me encanto la nueva nove y los capis fantasticos por cierto yo tambien tengo un blog de novelas pero no son tan buenas como las tuya si te interesa te dejo la direccion!
    http://nileyhotmalee.blogspot.com.ar/
    bay besoss

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